Yo sé quién sos, tristeza.
Te reconocí apenas doblaste la esquina.
Y sé de dónde venís….
De recorrer todo lo que pudo haber sido y no fue,
de contemplar el espectáculo de lo que no se puede cambiar,
de agitar el aire que ya fue respirado.
Te vengo diciendo: ¡ya te vas a ir…!
Mientras tanto andás por ahí,
haciéndome la pasadita,
y yo te miro pero no me dejo,
te miro pero no te toco.
No te hagas, tristeza,
te reconocí
a pesar del sol en lo inconcluso de tus ojos.