Nunca estuve tan verde como cuando mis dedos
eran recién brotados:
hasta mi lengua era una bonita protuberancia verde
que saboreaba sólo cosas incoloras… o verdes.
En fin, que después que apareció una especie
de tubérculo todo se tornó oscuro y decadente.
Pero se ha descubierto la existencia de un
planeta azul, desde el cual, habrían teletransportado el pestilente tubérculo, y
estamos fascinados empleando todos nuestros recursos para devolverles el favor: ¡les mandaremos una naranjita que los dejará marrones!